08. Juegos de palabras
Stefanos
El silencio aún pesaba en la oficina, denso como el filo de una cuchilla a punto de partir algo por la mitad.
Yo necesitaba salir de allí.
Mi mandíbula estaba tensa, mi respiración más profunda de lo que debería ser. Mi paciencia nunca fue corta, pero ahora... ahora estaba al borde de perderla.
Perderla por una loba rebelde.
La forma en que me desafiaba, cómo alzaba la barbilla desafiante, cómo cada palabra que salía de su boca llevaba esa resistencia terca. Eso me estaba volviendo loco.
¿Y lo peor de todo? Mi lobo quería tomarla.
Mi cuerpo aún sentía el calor de su presencia, el olor intoxicante que me rodeaba cada vez que ella se movía. Mis dedos me picaban por atraerla hacia mí, para probar la textura de su piel, para ver hasta dónde aguantaría antes de ceder.
Mi visión se nubló por un instante cuando me imaginé haciendo exactamente eso.
Ella atrapada contra mi mesa, los ojos muy abiertos de sorpresa, las uñas clavadas en la madera mientras yo tomaba lo que ya era mío.
Mal