Después de la muerte de mi hermana, mis padres estuvieron a punto de divorciarse. Ya no se entendían; las pocas veces que papá estaba en casa, solo discutían por su ausencia o por el cambio drástico de mi madre.
Recuerdo que en medio de una discusión, mi padre le dijo:
“—Te has vuelto una mujer dura, insensible, hasta déspota. Siento que estoy casado con una desconocida.
Y ella le respondió:
—Entonces no deberíamos estar casados.”
Eso fue unos pocos días después del accidente donde papá atropelló a mi hermano. Ma