Mundo ficciónIniciar sesiónLlegué al primer piso. El viejo seguía viendo los planos y anotando las sugerencias que me había dicho. Me puse la camisa avisándole que debía irme. Él quiso protestar pero sabía, al ver mi expresión, que no había caso, y aceptó, prometiendo volver en estos días.
Dylan no tardó en bajar. Experto en disimular que todo estaba bien y con una sonrisa fingida, le habló a mi padre animadamente del club, de los diseños, de la inauguración y de lo “bien que iba a quedar todo”. Tan medido. Tan falso. La puta fachada perfecta.
Al despedirnos antes de subir cada quien a su auto, Dylan, con la voz barnizada de buen muchacho di







