Mundo ficciónIniciar sesiónEl club estaba casi vacío. Mario y Melisa se habían ido hacía rato, y yo seguía ahí, con los nudillos marcados contra la barra y el olor a cemento en el aire mezclado con ira que hervía dentro de mí.
El puto eco de sus pasos todavía resonaba en mi cabeza. Harper saliendo sin mirarme. Dylan siguiéndola como si fuera suya. Y yo ahí, tragándome las ganas de romperle las piernas.
Después de medio obligarme a mostrarle todo el lugar, mi padre empezó a revisar los planos al fondo, ajeno a todo. Como siempre… O quizás, solo por esta vez debía darle crédito. Notó a la perfección la tensión entre sus dos hijos







