PUNTO DE VISTA DE SIMEÓN
Ahora que lo que necesitaba para convertirme en la Alfa Última había llegado a mi vida con sus propios pies, por fin pude respirar en paz. Durante años esperé, recé y luché por este momento. Había sacrificado vidas, derramado sangre e incluso casi perdido mi trono intentando cumplir aquello que creo posible. Y ahora la diosa de la luna por fin se había apiadado de mí. Mi hijo — mi propia carne y sangre— había venido a mí sin que yo lo buscara. No tuve que esforzarme. Llegó. El que necesitaba para completar mi destino cayó en mis manos.
Aquella noche, de pie ante Selena en su cámara apenas iluminada, sentí el aire cargarse de poder. Su habitación siempre olía a hierbas, humo y secretos. Las velas parpadeaban a su alrededor y su piel pálida parecía brillar de manera extraña. “Ahora que lo que necesitaba para ser la Alfa Última ha venido a mí con sus dos piernas”, comencé, esbozando una sonrisa profunda, “¿cuándo empezamos el sacrificio?”
Selena no respondió al i