Gracias por hoy.
Para suerte de Leonor era fin de semana, lo que significaba que no tendría que ver a Emily ni a sus estúpidos asistentes durante dos días. Tendría tiempo para relajarse con Clara, salir a pasear y, aunque fuera por unas horas, olvidarse de la absurda obsesión que Emily había tomado hacia ella
Tenía algunos trabajos pendientes del día anterior, pero la verdad era que, en cualquier momento, Emily podría despedirla a causa de Gabriel. ¿Para qué entonces dar el cien por ciento a una empresa que no valoraba el esfuerzo de sus empleados? Además, Emily no pagaría las horas extras que tomara y mucho menos permitiría que desaprovechara la energía y la emoción de Clara por salir al parque. Qué más daba si se atrasaba uno o dos días en su trabajo.
—¡Mira, mami, mira un pajarito azul! —gritó Clara, corriendo por el parque, los brazos extendidos al cielo—. ¿Puedo tener uno igual?
Leonor soltó una carcajada que resonó por todo el sendero.
—Claro que no, mi amor, ya tienes al gato. ¿Para qué más