LO AMO.
LO AMO.
El estudio del castillo de Sebastián Storm era un santuario de silencio y libros antiguos, una burbuja alejada del caos del mundo exterior. En el centro de esta calma, la tensión entre Braelyn y Boris era casi palpable. El Alfa, con los ojos muy abiertos, miraba a su hermana menor con una mezcla de asombro y preocupación.
―¿Me estás diciendo que el Alfa de este castillo es Sebastián Storm? ¿Tu ex prometido? ―preguntó Boris, su voz elevándose en incredulidad.
Braelyn se apresuró a taparle la boca con una mano, su mirada feroz.
―¿Quieres bajar la voz? ―le gruñó enojada. ―Nadie sabe quién soy en realidad.
Boris apartó la mano de su hermana y la miró con desaprobación.
―Braelyn, ¿perdiste la razón? ¿Quieres decir que estás engañando a Sebastián? ¿Te volviste loca?
La loba se giró, su rostro lleno de vergüenza. Sabía que lo que hacía era injusto y mal, pero no tenía el coraje para enfrentar la verdad.
―Yo… ―susurró Braelyn con voz triste ―… yo lo amo.
―¿Lo amas? ―Boris frun