Pasó la mayor parte de la mañana leyendo a Ernest Hemingway, preparó un almuerzo ligero y decidió salir a caminar por la carretera del pueblo. Su idea no era la de buscar a su hermana; simplemente haría un poco de ejercicio, avanzaría hasta la mitad del camino entre el faro y Ucluelet y regresaría a casa. Sin embargo, habiendo recorrido algo menos de dos kilómetros, vio aproximarse, en dirección contraria, el campero conducido por su hermana. Instantes después, Aikaterina detuvo el vehículo antes de dirigirse a su gemela.
–¿Vas para el pueblo?
–No, solo quería hacer un poco de ejercicio.
–Menos mal que te encontré, necesito hablar contigo –Aikaterina parecía algo ansiosa y preocupada.
–Yo también quiero hablar contigo.
Montadas en el campero, tomaron el camino de la montaña. Decidieron ir hasta la cumbre y una vez allí, estacionarían el vehículo y entrarían en materia. Durante el recorrido, como era la costumbre de Aikaterina, la música retumbaba por los p