Un par de horas después, Alexander estaba listo para la ocasión. Usaba su elegante smoking, tan solo se colocaba las mancuernillas mientras esperaba a que Emilia apareciera al fin.
Lo cierto es que los minutos comenzaron a transcurrir, llevándole a impacientarse por su ausencia. Se estaba haciendo tarde y odiaba que eso ocurriera, por lo cual se vio tentado a ir a buscarla a su habitación.
—¡Emilia, date prisa! —le grito desde la sala con fuerza.
Por desgracia, no recibió respuesta alguna de su parte; llevándole a darse cuenta de que no tenía otra opción más que acudir por sí mismo.
Llegaba al pasillo de las habitantes, cuando la puerta de su recamara se abrió de forma un tanto intempestiva. Emilia entonces apareció por esta, mas no fue lo que se esperó y es que no usaba el vestido de gala y tacones altos que se suponía; si