Capítulo 927
Acabábamos de llegar al Hotel Isla Minia cuando Miguel envió de inmediato a alguien a buscar a Alba: era María González, la otra niñera que cuida a la niña junto con Elena.

—Doctora Herrera, don Miguel extraña a Alba —comentó María con alegría.

Alba había dormido todo el camino y, al enterarse de que iría a visitar a su bisabuelo, se puso contentísima.

—Cuando estés con tu bisabuelo no vayas a hacer travesuras, ¿sí? —le pidió Luciana.

—Ya sé, mami, tú descansa rico.

La peque también entendía que su mamá venía de un turno nocturno y necesitaba dormir.

En cuanto se fueron, Luciana cerró puertas y ventanas, se puso el pijama y se dejó caer en la cama para recuperar el sueño.

Se durmió profundo, sin sueños.

En un momento de conciencia difusa sintió un peso sobre el cuerpo y un aroma a colonia con toques de menta. No necesitaba abrir los ojos para saber quién era.

—Tch.

Los besos en la cara le cosquilleaban; Luciana empujó con la mano, fastidiada.

—¿No te cansas?

—¿Yo? —él soltó una risita
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