Capítulo 912
—Hecho.

Colgó y Alejandro se quedó con la sonrisa instalada. Luciana me invita a salir… pequeña ausencia, gran efecto, pensó.

—Conduzca más rápido, por favor —ordenó al chofer—. No quiero que Luciana espere.

***

Una hora después, al caer la tarde, el auto se internó en el centro de Muonio y se dirigió al Restaurante Ágave.

En recepción, Alejandro se anunció:

—Reservación a nombre de la señora Luciana Herrera.

—Perfecto, señor. Sígame.

Lo guiaron hasta un privado.

—Adelante, señor Guzmán.

El camarero se retiró y Alejandro entró con una sonrisa perfectamente medida.

—Luci…

—Señor Guzmán. —Luisa se puso de pie con una sonrisa tensa—. Buenas noches.

Alejandro frunció el ceño:

—¿Qué haces aquí? —Barrió la habitación: Luciana no estaba.

—Verá… Luciana no vendrá. Fui yo quien lo citó esta noche.

—¿Tú? —soltó una risita incrédula—. Qué curioso; nadie me avisó…

Su expresión se ensombreció de golpe. Ató cabos:

—Así que fue ella quien te ayudó a engañarme.

—Señor Guzmán… —Luisa tragó saliva—. No
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