Capítulo 842
Cuando sus ojos se posaron en la pequeña que cargaba Luciana, se llenaron de ternura:

—Esta niñita adorable debe ser Alba, ¿verdad?

Miraba a la niña con un cariño inmenso, casi conmovida hasta las lágrimas. Con los dedos apretados en puños de emoción, preguntó:

—¿Podré… abrazarla un momento?

Luciana, algo insegura, se inclinó hacia su hija:

—Alba, la abuelita quiere cargarte, ¿qué dices?

Alba observó a Victoria con sus grandes ojos, percibiendo la buena voluntad de aquella señora. Abrió sus bracitos rollizos para corresponder.

—¡Ay, qué ternura! —Victoria la tomó con cuidado, sintiéndola blandita y tibia. La emoción casi hizo que se le agolparan las lágrimas. La niña era suave y linda, y en su mente resonó la idea de lo que habría pasado si, en su momento, ella no hubiera obstaculizado la relación de Fernando… Tal vez su nieto tendría esta edad.

—¿Te llevo al jardín para jugar, Alba? ¿Te apetece un algodón de azúcar?

La niña, con un dejo de timidez, buscó la mirada de su madre.

—Sí, ve
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