—Oh, entendido —asintió Luciana, tomando la copa y añadiéndole varios cubos de hielo antes de devolvérsela—. Aquí tienes.
Mientras tanto, Alejandro bajó las escaleras y vio la escena: Luciana agregándole hielo al agua para Juana. Entrecerró los ojos, sin hacer ningún comentario.
—¡Alex, ya estás despierto! —exclamó Juana, acercándose para que se sentara a su lado.
En ese momento, Patricia regresó de tirar la basura.
—Señor Guzmán, ¿sirvo el desayuno? —preguntó con tono formal.
—Sí —asintió él.
Por dentro, Patricia no estaba muy a gusto. Con una invitada adicional, sospechaba que la comida no alcanzaría. Luciana, notándolo, se le acercó y habló en voz baja:
—No te preocupes por mí. En un rato me prepararé un sándwich. La “invitada” es la importante. —Lo dijo con una sonrisa, tratando de aliviar la tensión.
—Bien, entonces te hago algo aparte —concedió Patricia, aunque seguía molesta.
El desagrado era tal que, al momento de colocar la mesa, Patricia dejó a Juana sin cubiertos.
—¿Eh? —se