Capítulo 709
Durante un rato, Luciana conversó con él, y Fernando se mostró extrañamente tranquilo, casi como si no tuviera nada. Parecía una reunión cotidiana de dos amigos que se reencuentran. Sin embargo, cuanto más normal lo veía, más le dolía a Luciana el pecho.

Tras revisar la hora, Luciana se levantó.

—Fernando, debo irme.

Él vaciló un instante y luego asintió con una sonrisa tenue.

—Está bien. ¿Te acompaño?

—No hace falta —respondió, intentando sonar animada—. Simón me espera en la entrada. Tú descansa, ¿sí?

—De acuerdo, entonces no te acompaño.

—Cuídate mucho.

Saliendo de la casa de la familia Domínguez, Luciana sintió un peso tremendo en el corazón. Apenas avanzó unos pasos cuando Victoria la alcanzó, respirando entrecortada:

—¡Luciana, por favor, espera!

Ella se detuvo y se volvió a mirarla.

—Señora Domínguez.

Con los ojos enrojecidos, Victoria le tomó la mano en un gesto humilde.

—Sé que mi petición es muy atrevida… pero, como madre, te lo suplico: ¿podrías venir de vez en cuando a ver
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