Al llegar al departamento, Luciana hurgó en una caja hasta encontrar un gran folder de acordeón. Dentro guardaba toda la información relacionada con su tesis de graduación, incluyendo una memoria USB con los borradores originales; eran fruto de su esfuerzo y no pensaba desecharlos ni perderlos. Tener esa documentación era la prueba perfecta de su autoría, pero aun así, seguía inquieta.
A la mañana siguiente, se las entregó a Delio.
—Profe, aquí tiene todo.
—Excelente.
Delio revisó el contenido y sonrió con alivio.
—Con este material, veamos cómo Luisa pretende sostener su denuncia. ¿Cree que se soluciona con puras habladurías? No le servirá de nada.
—Eso espero —murmuró Luciana.
Solo quedaba aguardar a que la facultad y la dirección médica realizaran su investigación.
Hacia la tarde, Delio regresó a la sección con un semblante sombrío.
—¿Profe? —le preguntó Luciana, sintiendo que algo iba mal—. ¿Qué pasó?
—No tengo buenas noticias —admitió, negando con la cabeza—. Parece que esa tal Lu