—¿De qué se trata? —preguntó él, con el corazón encogido por la tensión, sintiendo un nudo en el estómago.
Mónica lanzó un suspiro tembloroso, como si revelara un secreto largamente guardado:
—Alex, Luciana… en realidad no te ama.
—¿Qué? —La expresión de Alejandro se endureció de inmediato; sus ojos se abrieron desmesuradamente.
—¿Por qué dices eso? —inquirió, intentando no sonar desesperado, aunque el tono de su voz lo traicionaba.
Mónica pudo ver con claridad lo mucho que lo afectaba aquella frase… Él estaba herido.
—Alex… —musitó ella, con un dejo de frustración en su voz—. ¿De verdad te enamoraste de Luciana?
Él no respondió, limitándose a recordar:
—No contestaste lo que te pregunté hace un momento.
Esa evasiva apretó el corazón de Mónica. Si las cosas estaban así, tendría que soltar la verdad completa, por más dolorosa que fuera.
—Está bien, te lo explicaré. Luciana me odia a mí y a mis padres. Desde el principio sabía que tú y yo… éramos pareja, y decidió estar contigo para veng