—¿Qué…? —Luciana se quedó de piedra. «¿Pero qué tipo de hombre es este?»
Tan pronto llegaron a la mansión de los Guzmán, Alejandro salió del auto hecho una furia. Luciana abrió la puerta de su lado, pero antes de poder siquiera bajar, él se inclinó y la sacó en brazos.
Estaba enfadado con ella, era evidente. Aun así, no la dejaría sola después del susto que acababa de pasar. Al llegar a la casa, subió hasta el dormitorio principal y la depositó suavemente sobre la cama, arropándola con la sábana. Aunque se veía muy serio, sus movimientos tuvieron un matiz de delicadeza.
—Descansa —ordenó con voz seca—. Yo tengo que volver al hospital.
Dicho esto, se dio la vuelta y salió, apagando la luz y cerrando la puerta con cuidado tras de sí.
Ya a oscuras, Luciana se quedó inmóvil, mirando el techo. «Me dejé cegar por lo bueno que es a ratos…», pensó, dándose cuenta de que quizá Mónica había actuado con toda la intención. «Necesito despertar.»
Siguió reflexionando: «Hacer cosas como la sorpresa d