Capítulo 1669
Domingo habló despacio, con los ojos fijos en el techo.

—Soy de vida corta… pero, la verdad, ya viví suficiente.

—Para mí, desde que me fui de Ciudad Muonio, desde que me separé de ti, de mamá y del abuelo, cada día fue peor que la muerte…

La habitación quedó en silencio.

Luciana apretó la mano de Alejandro.

Se decía que, cuando uno estaba por morir, sus palabras se volvían sinceras. Si Domingo lo hubiera dicho antes, quizá habría sonado a pose. Pero viéndolo así, ¿qué sentido tendría fingir? Estaba claro que sufría.

—Mi único deseo —siguió— fue volver a Ciudad Muonio, volver con mamá…

—Alejandro —lo miró despacio—, te lo ruego: llévame a casa, ¿sí?

A Alejandro se le tensaron los labios; el pecho le ardió amargo.

Ese hombre había sido su hermano, y también el hijo de sus enemigos. Aun así, en ese borde final, le nació compasión.

¿Decir que sí?

Bajó la mirada hacia Luciana. Ella le apretó los dedos.

—Haz lo que te diga el corazón —susurró—. Yo te voy a apoyar.

—Bien —Alejandro le devolv
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