—¿No es lo mismo? —Martina alzó las cejas con una ironía leve—. ¿En qué cambia? ¿En que yo estuve enferma y me cuidaste un año? La realidad es que yo sí estuve enferma; Estella no. Si ella hubiera estado así, tampoco la habrías soltado. Con ella eras de lo que pidiera, ahí estabas.
—¿“Si”? Eso nunca pasó —Salvador frunció el ceño—. ¿Es justo juzgarme con supuestos?
Martina vaciló.
—Tienes razón: el supuesto fue mi error. Entonces no supongo nada… pero no quiero lastimar a nadie.
—¿A quién?
—¿En serio? A tu novia.
—¿Quién?
—La chica que fue contigo a Arroyo de los Lirios.
—Ah… dices Sofi.
—¿Sofi? —el apodo sonó demasiado cercano. Martina apretó los labios—. Bien por tu memoria. Yo no quiero que otra pase lo que yo pasé…
—¿Yo dije que era mi novia? —Salvador la miró con una media sonrisa, incrédulo—. ¿Por qué pensaste eso?
—¿No…? —Martina se quedó cortada.
—¿Cómo va a ser mi novia? —soltó una risa breve—. ¿No notas que se me parece un poco?
Martina lo miró con cuidado; recordó el rostro