Capítulo 1660
Martina creía que él no la había querido de verdad al principio.

Salvador sonrió apenas.

—Eso ya te lo expliqué: mi tipo siempre fue como tú. Y se dio la “casualidad” de que te crucé en el camino.

Martina guardó silencio, a medias convencida.

—¿Sabes? —añadió él—. En realidad no se parecen. El carácter y la energía cambian lo que uno ve en una cara. Tú y yo estuvimos en la distancia más íntima que puede haber; ¿cómo no iba a notar que no se parecen?

Ya que había abierto el tema, Salvador dejó de guardarse nada.

—Martina, sigo amándote. Y más que antes.

Al terminar, le apoyó la mano en la cabeza y le dio una palmadita suave.

—Ya te dije lo que tenía que decir. Me voy.

Se fue, y Martina se quedó sentada en la banca, inmóvil, mucho rato.

***

Cerca del mediodía, Laura le dijo:

—Encarga la comida, hija. Cuando tu papá termine el suero será la una o las dos.

—Ok.

Martina tomó el celular, pero en ese momento se abrió la puerta de la habitación. Entró Salvador.

—Buenas, doña Laura, don Carlos.
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