Capítulo 1579
A las palabras de Salvador, tan fuera de la realidad, Martina ni se molestó en contestar; ni siquiera le regaló una mirada.

Sonó el timbre. Salvador fue a abrir: había llegado la empleada que contrató.

—Señor Morán.

—Ajá.

Le dio indicaciones con calma, casi de memoria: horarios, antojos, hábitos de sueño de Martina.

—Con que cuide bien a la señora basta.

—Sí, señor —respondió Teresa Ramírez.

Volvió la cabeza y no vio a Martina.

Subió. Ella estaba acostada sobre la cama, sin taparse.

Salvador frunció el ceño, se acercó y la cubrió.

—Está prendido el aire —murmuró—. Tápate tantito; si te duermes te va a dar frío.

Martina no dijo nada. En cuanto él soltó la cobija, ella la pateó. Él volvió a cubrirla; ella la apartó… y así, una y otra vez.

—Marti —se tensó él—. Si quieres pelear conmigo, primero cuídate. Si te enfermas de verdad, vas a terminar dependiendo de mí.

Ella abrió los ojos de golpe.

Le ardió la palma de la mano de tanto apretarla. “Si me tumba la enfermedad, aquí sí que no tendr
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