Capítulo 1487
Caía una nevada gruesa; en el jardín había una capa alta de nieve. Martina avanzaba despacio, midiendo cada paso.

—¡Marti, cuidado! —Salvador entornó los ojos y le gritó de pronto.

—¿Eh? Ah…

Iba bien… pero el grito la asustó y resbaló. Estuvo a punto de caer.

—¡Cuidado!

Salvador la sostuvo con un brazo y, con el otro, le arrebató la bolsa.

Martina abrió mucho los ojos; estiró las manos, manoteando:

—¡Dámela! ¡Devuélvemela ya!

A esas alturas, ¿cómo iba a devolverla?

—¿Qué traes aquí? —Salvador la sujetó de la cintura con firmeza. Con la mano libre alzó la bolsa y la volcó.

—¡No!

Martina se lanzó contra él para detenerlo, pero no era de vidrio: no se quebró. El contenido cayó en la nieve, blanca sobre blanco.

Martina se encogió un segundo; alzó la cara y lo fulminó con rabia.

Salvador, en cambio, ya no la miraba.

En el suelo había cosas de bebé. Para ser exactos: de recién nacido.

Por el tamaño… no eran para Alba. Eran prendas de primera puesta.

Con una mano aún aferrada a Martina, Salva
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