Capítulo 1479
Martina sabía que a Luciana no podía ocultarle nada. Y tampoco pensaba hacerlo; en realidad, había estado esperando su regreso para poder desahogarse.

Pero, al ver a Fernando aguardando junto a la puerta del auto, suspiró.

—Vámonos. En casa te cuento.

—Está bien.

Fernando condujo y las dejó en la villa Herrera.

Al llegar, se despidió:

—Descansa, Luci. Con Marti aquí, no te quito el sueño. —Miró el reloj—. En un rato tengo que ver a un cliente.

Se le notaba ocupado. Bien; estar ocupado era buena señal.

—Perfecto —sonrió Luciana—. Ve tranquilo.

—Si necesitas algo, me llamas.

—Lo sé.

Cuando Fernando se fue, la casa quedó en silencio. Ese día, nana Elena y Alba aún no regresaban.

Martina dejó el celular sobre la mesa: acababa de pedir comida a domicilio.

—Recién llegas, seguro traes el jet lag encima —explicó.

En el camino, ya le había contado a Luciana cómo le había ido a Alba esos días con la familia Hernández.

—Justo mi mamá la adora —dijo Martina—. Que la consienta un par de días más.

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