Capítulo 1458
Salvador, como “familiar”, esperaba afuera.

Pasaron unos cuarenta minutos y nadie salía. Se le apretó el pecho con una ansiedad muda. Sacó el celular, pensando en llamarle a Martina.

—¿Salvador?

Esa voz. La conocía demasiado. Alzó la cabeza: las pupilas se le contrajeron, la cara se le puso lívida, la nuez le subió y bajó; el desorden en los ojos lo delató.

—Mamá… Martina… ¿qué… qué hacen aquí?

Con la nevada que caía, se suponía que ellas estaban en casa, viendo los copos junto a la calefacción.

Ivana frunció el ceño; algo olía mal. A su hijo lo parió ella, ¿cómo no iba a olerle la travesura?

Endureció la cara.

—Vine con Martina a cerrar unos pendientes del servicio. ¿Y tú? A esta hora, ¿qué haces aquí?

—Yo…

Salvador se quedó sin palabras. Miró a Martina y sintió el borde del abismo bajo los pies. “Estoy frito.”

Martina lo miró en silencio. El miedo y la decepción ya los había pasado; ahora solo esperaba el final. Conocía ese pasillo, esa puerta; no necesitaba explicaciones.

Y justo en
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