Capítulo 1414
Aun así, las cosas no salieron como quería.

Los nudos estaban demasiado apretados: si quería proteger a Alejandro, inevitablemente iba a cortarse a ella misma. Luciana apretó los dientes. “Aguanta.”

Solo era abrirse un par de tajos, ¿qué más da?

El ardor en las manos, el gusto metálico de un hilo de sangre… y, por fin, ¡clac!

La cuerda cedió.

Luciana soltó la cuchilla y apenas alcanzó a sostener a Alejandro cuando, sin el soporte de la espalda, se le vino encima.

Él ardía entero, como un brasero.

—¡Ale!

El corazón se le hizo nudo. Lo abrazó con fuerza. Sabía bien lo que significaba ese calor: la herida estaba infectada.

Le quitó la camiseta con manos temblorosas, levantó la gasa de la espalda y, al rozar con la yema de los dedos, sintió la viscosidad.

Exudado por infección.

—¡Ayuda! ¡Oigan! ¿Hay alguien? ¡Auxilio!

Silencio.

—¡Domingo! ¡Domingo, ¿dónde estás?! ¡Dime qué quieres y lo hablamos!

Nada.

Alejandro estaba cada vez más caliente; Luciana, cada vez más helada.

—Ale…

El cuerpo en
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