¿Tal vez qué? No lo dijo. Pero Martina entendió; y al entender, se quedó pasmada.
—¿Estás diciendo que, si Estella se casó con un patán, tú tienes parte de culpa?
Salvador no habló, pero su gesto lo confirmó.
—Ja… —Martina se quedó sin palabras—. No sabía que el señor Morán tenía corazón de santa.
Él no lo negó. Por eso jamás había contado esa idea a nadie: con Estella cargaba rabia y también culpa.
—Ya —con la mirada de ella encima, se sintió incómodo. Soltó una mano del volante y apretó la de Martina—. Te lo conté. Y no te burles.
Está bien… está bien.
***
Comisaría.
Salvador hizo el papeleo. Un agente los llevó adentro.
—Estella Moretti, vinieron a sacarte.
Abrieron la reja metálica. Estella salió. Tenía los ojos hinchados de llorar y moretones en la cara.
Salvador frunció el ceño.
—¿Te lastimaste? ¿Quién te pegó? ¿Y Renato?
—No es nada… —Estella se tocó el pómulo—. Fue un golpe. Ella quedó peor…
Nombrar a Renato le aflojó los ojos otra vez.
—Se fue con ella al hospital.
Pensar en l