Al ver que Martina iba a vomitar, Salvador acercó de prisa el bote de basura.
—¿Qué pasó?
“Hace unas horas estabas bien. Me fui un rato y ¿ya te enfermaste?” pensó. De pronto, una alarma le cruzó la cabeza.
—Marti… —“Náuseas de repente, ¿no será…?”—. ¿No será que…?
—¿Qué estás pensando? —ella le lanzó una mirada—. ¿Que ya estoy embarazada? Antes siempre nos cuidamos. Y anoche tomé el medicamento. ¿Desde cuándo un embarazo se confirma al minuto?
—Pero… —él no cedía— dicen que ningún método es cien por ciento.
—No estoy embarazada —dijo, entre risa y cansancio—. —Se llevó la mano al vientre—. Es reacción al medicamento.
Señaló el tocador.
—Mareo, náusea, vómito. Si no me crees, lee la caja.
Salvador fue, tomó el empaque y leyó el prospecto. Era tal cual. Volvió con el gesto duro, le sujetó la mano.
—¿Desde cuándo te sientes así?
—No me acuerdo. Me dormí y, entre sueños, empezó el malestar. Ahí caí que era por la medicina. Es la primera vez que tomo algo así; no pensé que me pegara tanto.