Como autor del diseño, Fernando le explicó al diseñador cada idea y cada detalle.
—Perfecto, señor Domínguez, lo tengo todo. Si surge algo, nos volvemos a hablar.
—Gracias.
Al salir del atelier, Luciana quiso llevar a Fernando a casa. Sin embargo, ya en el auto él le indicó al chofer la villa Herrera.
—¿Fer? —Luciana se sorprendió.
—Estás cansada.
Comparado con Alejandro, el amor de Fernando por Luciana no era menos. Si Alejandro había notado que ella estaba en los huesos, ¿cómo no iba a verlo él? Aunque Luciana jurara que su agotamiento no era por él, Fernando no se permitió asumirlo con ligereza.
Le tomó la mano y le sostuvo la mirada.
—Sea por lo que… sea, necesitas descansar.
—Yo voy mejorando… No tienes que estar siempre pendiente de mí. Soy tu apoyo… no tu carga.
A Luciana se le humedecieron los ojos. "Fer es tan bueno… siempre."
—Está bien —cedió—. Te hago caso.
El auto se detuvo frente a la villa. Fernando no bajó. Ya en la puerta, a Luciana le hubiera gustado invitarlo a pasar