Capítulo 1231
Luciana y Marc también tenían que ir a trabajar; se quedaron un rato y se despidieron.

Antes de irse, Marc le acomodó el cabello a su hermana.

—Cuando salga del trabajo, vuelvo.

—Ajá —sonrió Martina, con los ojos hechos media luna.

Salvador los siguió unos pasos, como si también fuera a irse; a los segundos dio media vuelta, entró directo a la habitación y cerró la puerta.

No arrastró la silla: se sentó al borde de la cama y le tomó la mano.

—Martina, ahora estoy muy enojado.

—¿…Por qué? —se desconcertó; no esperaba tanta frontalidad.

—¿Por qué? —repitió, acariciándole los dedos con una calma engañosa—. Vino tu hermano y yo no merecí una presentación: “él es mi novio”. ¿Para ti sigo siendo solo el señor Morán? ¿Mm?

No alzó la voz ni la bajó; seguía sujetándole la mano.

A Martina se le apretó algo por dentro. Sabía que se molestaría, así que no se alteró.

—¿No fuiste tú quien dijo “esperemos”? Estoy así; si se lo digo a mi hermano, se va a enojar y te va a culpar por “no cuidarme”. ¿Eso
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