Capítulo 1208
Él la levantó en brazos y salió afuera.

En la mesa del comedor, el desayuno ya estaba servido.

Salvador la sentó en la silla y empezó a darle de comer con el tenedor, como si fuera una niña incapaz de valerse por sí misma.

—A ver, abre la boquita. Eso, come.

Martina bajó la mirada; sin verlo, abría la boca de manera mecánica.

Al poco, llegó gente.

Era Manuel Pérez, con otras dos personas.

—Señor.

—Ajá. —Salvador asintió y señaló hacia adentro.

—Saquen las maletas. Lo demás no lo toquen: todo irá nuevo. En un rato te paso las marcas que suele usar Marti.

—Entendido, señorito.

Manuel le sonrió a Martina. —Señora, si necesita algo, puede pedírmelo directo.

¿Señora?

Martina, atónita, le clavó la mirada a Salvador.

—Jaja. —Salvador se rio, señaló a Manuel—. Qué rápido cambiaste de trato. Pero no te equivocas: ya casi. Anda, ve.

—Sí.

Con el ceño fruncido, Martina no pudo hacer nada más que ver cómo se llevaban sus maletas.

—¿Ya quedaste llena?

Calculando el apetito de Martina, Salvador dio p
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