¡Alejandro se estremeció; le daban ganas de sacar a patadas a ese desgraciado, peor que un animal!
¿Pobrecita la cuñada que se acostó con su cuñado? ¡Vaya cinismo!
Miguel miró a su nieto y negó apenas con la cabeza, pidiéndole que no perdiera el control. Alejandro apretó los dientes y, a regañadientes, dio un paso atrás.
—Ay… —suspiró Miguel—. Ser frágil es una bendición: la gente frágil vive cien años. Leonor, en cambio, fue demasiado fuerte… por eso murió tan joven.
El comentario, claramente sarcástico, dejó a Daniel rígido como piedra.
—Papá, yo… jamás lo imaginé.
¿Quién habría pensado que Marisela, tan “desvalida” en aquellos días, seguiría viva y coleando, mientras la firme Leonor fallecía tan pronto? Aunque se arrepintiera, ya era tarde.
Al oír el nombre de su madre, Alejandro se dio vuelta; si volvía a mirar a Daniel, no respondía de sí mismo.
Miguel señaló a Alejandro y, dirigiéndose a Daniel, dijo: —A su madre la elegí yo, y acabé dañándola más de una vez. Cuando la traicionas