Se detuvo, bajó de prisa y caminó hacia ella.
—¿Pasó algo? —preguntó, pensando que había surgido un problema.
—Marti —musitó Salvador, suave—. En un par de días quiero venir a buscarte y llevarte de vuelta. ¿Te parece?
Martina se quedó helada. Ella estaba de comisión; el hospital enviaría su propio vehículo. ¿Qué significaba “venir a buscarla”?
No respondió.
—No le des vueltas —sonrió él—. Solo quiero pasar por ti. Sin presiones, seguimos tu ritmo, ¿sí?
Se giró, subió al coche y, esta vez, no volvió la vista atrás. El motor se perdió en la noche.
Martina se quedó plantada, inmóvil, durante mucho, mucho rato.
***
Unos días después, Martina terminó todo su trabajo.
Al atardecer, guardó sus cosas y se dispuso a marcharse. Arrastró la maleta hasta fuera; el vehículo que había enviado el hospital ya la esperaba en la puerta, pero Salvador no aparecía por ningún lado.
¿Será que aquel día lo dijo solo por compromiso?
Tal vez pretendía venir y el trabajo lo atrapó… Al fin y al cabo, es el dire