Capítulo 1036
Él señaló la brocheta:

—Esa misma.

—Bueno.

Como dicta la cortesía, Martina acercó el pincho a su rostro.

—Toma.

Aún había cierta distancia, así que Salvador se inclinó y mordió, pero la carne no se desprendió.

Martina frunció el ceño.

—¿Puedes morder con ganas?

—%&¥#… —balbuceó él con la brocheta entre los dientes, ininteligible pero visiblemente apurado.

Martina soltó una risita.

—¿Hablando en marciano? Déjame ayudarte.

Sujetó firme el pincho, tiró hacia atrás y contó:

—¡Uno, dos, tres… va!

Con el tirón, el palillo se soltó.

—¡Aaaay!

Al mismo tiempo, Salvador dejó escapar un grito. Martina alzó la vista: él se sujetaba la nariz.

—¿Qué pasó? —preguntó sin entender, mientras el orgulloso señor Salvador Morán gruñía como un cerdito.

—¿Qué te pasa?

Molesto y algo avergonzado, él se quejó:

—¡Tu palillo me picó!

—¿Eh? ¿Dónde te lastimó? Déjame ver.

Pero Salvador movió la cabeza de lado a lado, cubriéndose boca y nariz.

¿Dónde más podía ser?

Martina se levantó, rodeó la mesa y trató de apart
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