Realmente amaba a ese Theo.
*
Al día siguiente. Lucía despertó temprano y vio a Mateo anudándose la corbata.
Al verla despierta, Mateo le dijo:
—Dejé la leche en la mesita de noche. Tómatela cuando te levantes.
Lucía miró instintivamente hacia la mesita y preguntó algo curiosa:
—¿A dónde vas?
No había olvidado que anoche él dijo que volverían a casa cuando despertaran.
—Tengo que atender un asunto importante—respondió Mateo mirándola fijamente. —Le pedí a tu chofer que te lleve de vuelta a casa.
Lucía se sentó al borde de la cama, observando a Mateo en silencio.
Cuando Mateo terminó de arreglarse y notó que Lucía seguía muy callada, se acercó, tomó la leche de la mesita y se la ofreció, diciendo con suavidad:
—Tómatela mientras está caliente.
Lucía la aceptó y se mordió el labio:
—Recuerdo que antes dijiste que no te gustaba esto.
—Con que a ti te guste, esto es suficiente.
Lucía levantó la mirada, muy sorprendida de escuchar esas palabras de su boca. En el pasado, él fruncía el ce