La miré y ella me sonrió. Parecía tan confiada en estos momentos. Pero de algo estaba segura: yo iba a matar a esa hija de puta. Se lo merecía por lo que me había hecho.
—¿Mikha, me extrañaste? —preguntó ella.
Yo miré a Mikhail otra vez, y él estaba demasiado serio. Después miré a Pia y le sonreí.
—Cuando alguien no te quiere es mejor apartarse, ¿no crees, Pia? —le pregunté.
Pia me miró y después miró a Mikhail.
—Qué mal gusto tienes —le dijo.— Yo soy mil veces más bella y mejor mujer que ella.
Mikhail estaba muy callado, mirándola directamente.
—Pero soy yo a la que se follan —le respondí.
Ella me fulminó con la mirada y yo solo le sonreí.
—Vas a morir igual que Muriel, y yo me voy a quedar con Mikhail —me dijo.
Miré a Mikhail; la vena en su cuello se estaba inflamando poco a poco. Si se le daba la oportunidad, él iba a partirle el cuello a Pia.
Belov se levantó de la silla y hizo que Pia saliera de la habitación. Se acercó a mí y pasó su mano por mi clavícula.
—¿No quieres pasar un