La policía tomó la denuncia con el mismo escepticismo que Cassandra esperaba.
El oficial leyó sus propias notas con tono aburrido.
—Número desconocido. Voz distorsionada. Sin amenaza explícita.
—Me dijo que sería mi último embarazo "de una forma u otra" —insistió Cassandra.
—Es ambiguo. Podría significar muchas cosas. Necesitamos amenazas específicas.
Sebastián mostró su tablet:
Victoria Ashford. Orden de restricción en España. Condenada por acoso.
El oficial suspiró.
—España no es nuestra jurisdicción. Si la señora Ashford está allá, no podemos hacer nada. Un mensaje de texto no es suficiente para extradición.
Cassandra sintió esa impotencia familiar.
—¿Entonces qué hacemos?
—Seguridad privada. Documenten todo. Reporten contacto adicional. Construimos el caso paso a paso.
Cuando salieron, Sebastián ya estaba marcando a Javier.
Para la noche había dos guardias fuera de la mansión. Ex militares con caras que habían visto cosas peores.
Javier también contrató a un investigador privado. T