73: Un encuentro no grato.
Después de lo que me dijo Mirko sobre Valentino, me sentí inquieta, como si un peso invisible me apretara el pecho. Era esa clase de angustia que ni el aire parecía aliviar. La casa, con sus paredes silenciosas y su jardín perfectamente ordenado, comenzó a parecerme una jaula que se cerraba poco a poco sobre mí.
Necesitaba escapar. Respirar. Ver gente, confundirme entre ellos, engañarme a mí misma con la idea de que todo era normal. Y lo único que me daba algo de calma, lo único que podía arrancarme de la oscuridad, era pensar en mis hijos… en comprarles cosas, imaginar sus primeras sonrisas, su llanto, sus pequeñas manos aferradas a mí.
Salí del jardín y me acerqué al par de guardaespaldas que Mirko me había asignado, sombras armadas que me seguían a todas partes.
—Quiero ir al centro comercial —les dije con firmeza.
Uno de ellos asintió sin cuestionar, y eso bastó para que mi corazón se aligerara un poco.
Salir siempre era un respiro, aunque tuviera que cargar con la compañía d