58: Un silencio que asfixia.
Con el pasar de los días, mi vida se sentía más miserable. Ver a Noah constantemente me desesperaba; quería gritarle tantas cosas, golpearlo, desearle la muerte. Sí, porque eso era lo que él merecía.
¿Qué habría pasado después de la muerte de Valentino? ¿Mis hijos y yo seríamos los siguientes? Él era un bastardo, un traidor, que no merecía estar aquí. ¿Pero cómo hacía para que se fuera? Si le decía que Valentino ya sabía la verdad, tal vez intentara hacerme algo. Aunque… si le decía a Valentino que él era un infiltrado, tal vez lo matase, o algo mucho peor.
Me mordí la uña del dedo pulgar mientras caminaba de un lado a otro en mi habitación. Necesitaba un plan, saber cómo manejar esto. ¿Pero cómo carajo se podía manejar algo así? Yo no era una mafiosa; jamás había estado en una pelea con nadie, siempre había sido calmada. Ahora no solo estaba en juego mi vida: también la de mis hijos y la de Valentino.
La puerta de mi habitación se abrió y entró Noah. Me detuve de golpe y lo quedé