25: Verdades disfrazadas.
Me encerré en la habitación. Noah empezó a golpear la puerta como un loco, pero yo no quería saber nada de él. Me sentía sucia, una asesina. Yo… lo había matado. Yo… vomité mientras todo mi cuerpo se estremecía. Un grito desgarrador se escapó de mis labios mientras sentía cómo toda mi energía se drenaba por completo.
La puerta se abrió de golpe y entró el mismo demonio. Valentino me miró, corrió hacia mí y me sujetó con fuerza de los hombros. Yo no sabía qué decir, no sabía cómo actuar.
—¿Qué pasó? —me preguntó con la voz quebrada.
—Lo maté —dije entre sollozos.
Valentino frunció el ceño y su agarre se volvió aún más fuerte.
—Perdóname —supliqué, intentando tocar su rostro, pero él me apartó.
—¿Qué pasó? —repitió, esta vez con más dureza.
¿Qué carajo podía responderle? Mi llanto se intensificó. Estaba atrapada, y lo más probable era que me matara en ese mismo instante.
—El señor Piero se resbaló mientras caminaba por la escalera. La señora intentó atraparlo, pero no pu