16: Jodidamente frágil.

[Valentino]

El corazón me latía con fuerza mientras me acercaba al cuerpo tendido de Ginevra. Me lancé al suelo y la levanté con cuidado. El disparo le había dado en un costado, justo cerca del vientre. Respiré hondo. Sabía que mis hijos habían sido dañados.

—Me duele —susurró con los ojos aún cerrados.

La sangre no dejaba de salir, y yo tenía un pánico seco, silencioso. Cualquier movimiento mal hecho podía empeorar las cosas.

—Los bebés... —lloriqueó, llevándose las manos temblorosas al vientre.

—Están bien. Tú también lo estarás —le dije, aunque ni yo me lo creía.

Ginevra abrió los ojos y me miró fijo.

—No me mientas.

Me levanté con ella en brazos, con movimientos lentos, medidos. Santos ya tenía el coche listo.

—Júramelo. Júrame que estarán bien, por favor —suplicó con la voz quebrada.

Nos metimos en el auto. Santos arrancó en cuanto cerré la puerta.

—Cálmate —le pedí, más a mí que a ella.

La rabia me ardía en la garganta. Si tuviera al desgraciado que hizo esto frente a mí, lo mat
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