Llegó la noche y el gran salón de baile que ocupaba todo el último piso del edificio del Corporativo Smith brillaba con lujo y motivos navideños. En la terraza se instaló un gran árbol de Navidad, cuya nieve no era artificial, sino la propia que caía por esos días en la ciudad de Nueva York.
Gladys y Carlos Smith, junto a la mayor de sus nietos y nueva integrante de la familia, la señorita Adriana Smith, estaban haciendo de anfitriones recibiendo a todos los invitados. Como era de esperarse, la prensa se dio gusto haciendo fotos de la nueva princesa del imperio Smith. La niña, un poco temerosa al principio, posó con sus abuelos, quienes nunca la dejaron sola ni permitieron a la prensa hacer preguntas. Tampoco se atrevieron, ninguno quería exponerse a la furia de los padres de la recién llegada a la familia.
Sobre las nueve de la noche llegaron Adams y Glenda. Esta vez, Glenda optó por un vestido de lentejuelas verde botella, con escote barco y mangas largas ajustado a su cuerpo, recto