Capítulo 45: El Último Asalto.
El día comenzó con un cálido sol brillando sobre Lisboa, pero en la casa oculta entre viñedos desiertos, los rayos no lograban disolver la atmósfera cargada que reinaba. Dentro el sonido de un teléfono rompió el silencio de manera abrupta. Camilo Cienfuegos lo miró brevemente antes de responder. Su garganta se apretó al reconocer el número en la pantalla.
Tenía claro quién llamaba.
—¿Hola? —dijo con tono seco.
La voz del otro lado sonaba tranquila, educada. . . casi amistosa, pero esa calma solo aumentaba el miedo que sentía.
—Buenos días, Camilo —habló el hombre que era reconocido como El Sin Cara. No necesitaba alzar la voz para aterrar a cualquiera—. ¿Tienes idea de cuántas unidades de mercancía perdimos anoche?
Camilo tragó saliva.
—Se infiltraron. . . No había forma de anticiparlo. Contaban con apoyo internacional.
—Cincuenta y siete mujeres. Cuatro líderes fallecidos. Siete millones de euros confiscados. Documentos comprometidos. Locales descubiertos. Y todo, gracias a ti.
—No