Emma
Sabes que todo lo que sucede a tu alrededor está raro cuando tu hijo, que no quiere a ningún hombre cerca de ti, se molesta por la falta de contacto que tuviste con uno.
— No entiendo por qué no lo besaste —Oliver se vuelve a quejar cuando se sienta en el sillón.
Mis ojos se quedan fijos en él, estaba segura de que los dos habíamos visto la misma situación, pero él no parecía muy centrado en la realidad, al menos no, en la misma que yo.
— Tú entraste en la cocina Oli —mis ojos vuelven al techo y niego — Además ¿Por qué tanto interés?
— ¿Yyyy…? —levanta las manos —, después me fui —cruza de brazos —. Era en ese momento donde tú te lanzas encima de él —subí una ceja —, ya sabes, como las películas —mueve la mano —, esas cursis que ves.
— Oliver.
— Solo debías hacer eso y lo besabas —lo golpeo con un almohadón.
Mi hijo seguía molesto por lo que había pasado. Al final cuando bajé salimos, no nos volvimos a acercar.
— Primero, no son cursis, son… —busco las palabras correctas, pero él