Emma
Mis pies se mueven directo a Margo, sus labios se curvan y una sonrisa grande aparece en ellos. Abro mis brazos antes de llegar a ella y la envuelvo con estos.
— Gracias, gracias, gracias —su risa llega.
— Nada de eso, quiero un postre.
Mis ojos dieron con los celestes de Margo era bellísima, su aura siempre te dejaba en un lugar cálido y agradable.
— Comprendido, tendrás tu postre —sonrió y observó por encima de mi hombro.
— Wow, ¿ese es tu jefe? —afirmé.
— Sí, el señor Theo Hamilton.
Sus ojos volvieron a observarlo, apretó los labios y afirmó despacio como si estuviese analizando la situación.
— Deja de mirarlo así —comenzó a reír.
— Cuando me dijiste que estabas almorzando con tu jefe, me imaginé un sujeto bajo, regordete que toca traseros.
Ambas soltamos una carcajada, era la descripción del señor Lin.
— Pero eso —resopló —, dime que te lo has follado en el escritorio.
Sus ojos volvieron a mí, solté un pequeño grito antes de empujarla con la mano, sus labios s