Sophia se había sentado en el sofá tras un día ajetreado, con los pensamientos girando en su mente. La propuesta de Margaret, tan repentina e inesperada, la había llevado a reflexionar largamente sobre su situación. Su corazón estaba dividido entre sus propias aspiraciones y la necesidad de asegurar un futuro estable para sus trillizos. Aunque no había mencionado a sus hijos a Margaret, sabía que eran un factor esencial en su decisión. Se levantó y comenzó a dar unos pasos por la sala, buscando aclarar sus ideas.
En su mente, la imagen de Margaret volvía una y otra vez: una dama amable y respetuosa, con un tono tan seguro, pero con una apariencia tan sencilla. Sophia, al observar los detalles de su interacción anterior, había intuido que Margaret provenía de un entorno modesto. Sophia (para sí misma): — No estaría tan mal si su nieto no fuera rico. No es la riqueza lo que cuenta. Lo importante es que podamos apoyarnos mutuamente y que mis hijos tengan una figura paterna. Ellos lo mere