En el apartamento cálido y acogedor donde Sophia vivía con sus trillizos, reinaba la tranquilidad tras una larga jornada. Los niños estaban sentados alrededor de la mesa, disfrutando de su merienda, mientras Sophia guardaba sus útiles escolares y reflexionaba sobre los numerosos desafíos que se le presentaban. Sin embargo, esa calma se vio rápidamente interrumpida cuando Ryan, con su habitual audacia, lanzó una pregunta que sacó a su madre de sus pensamientos.
— Mamá, ¿por qué no tenemos papá? —dijo mientras masticaba un trozo de galleta.
Sophia se quedó inmóvil por un instante, deteniendo el movimiento de sus manos sobre los libros. Sabía que esa pregunta llegaría algún día, pero no estaba segura de estar preparada para responderla. Se giró lentamente hacia sus tres hijos, quienes la miraban ahora con curiosidad.
— Bueno… es complicado —respondió suavemente.
James, siempre el más reflexivo de los tres, añadió:
— Pero en la escuela se ven niños con mamá y papá. ¿Por qué nosotros, solo