Capítulo 40: Farsa.

La mujer fue poseída por el repentino y casi incontrolable deseo de huir del auto cuando lo escuchó decir aquello; el aire la abandonó por minutos interminables, su pecho se apretó, un temblor dominó cada una de sus extremidades, su saliva se transformó en su propia enemiga, asfixiándola.

Una trémula respiración se desprendió de sus labios.

—Y-yo… Maximiliano…

El hombre cerró sus ojos, como si se encontrara igual de inquieto que ella; no tenía demasiados talentos con las mujeres, de hecho, su difunta esposa y él, habían terminados casados por las circunstancias, y porque la mujer se le había inmiscuido sin pudor, pero con Amelia todo era tan distinto que más de una vez se había sentido como un adolescente intentando conquistar a alguien.

—Amelia, necesitas saber algo.

—No —soltó la mujer, jugando con sus dedos—. Lo q-que escuchaste no es nada.

Maximiliano redujo la velocidad del auto, sintiendo una presión en su pecho.

—Amelia, estoy seguro de lo que escuché.

La mujer ideó algo con ra
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP