29 – Las cartas sobre la mesa.

María.

Trabajar con Darío Espier era un verdadero suplicio, no porque fuese un mal trabajador, sino porque sus continuas miradas me hacían sentir demasiado y terminaba pensando en nosotros, en aquel maldito trío en el que yo solita me había metido, dejando de prestar atención al trabajo.

Necesitaba dar lo mejor de mí, pues yo misma le aseguré a Micaela que mi pasado con Darío no iba a ser un problema.

Santiago no me puso impedimentos y se alegró demasiado cuando le hablé sobre aquella oportunidad laboral, aunque… lo cierto es que ni siquiera mencioné que estaba trabajando con Darío. En aquel momento… me daba demasiado miedo su reacción, tener que explicar demasiado o que él no entendiese la situación.

El pequeño coctel de celebración de aquella colaboración estaba

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