Capítulo 4

—Por cierto, me llamo Rosalía ¿Y tú?

—Ginebra.

—Un gusto Ginebra.

—Lo mismo digo Rosalía, espero que después de esto podamos seguir hablando.

—Me encantaría.

Dejamos de conversar cuando escuchamos unos pasos muy firmes, curiosa, miro hacia la puerta y veo al rey entrar en la habitación, enseguida, su mirada se posa en las jóvenes que están al inicio de la fila y camina hacia ellas. Me asomo un poco y luego regreso a mi lugar, creí que toda esta presión me quitaría el sueño, incluso pensé que ya se me había pasado cuando me quedé hablando con Rosalía, pero estando parada y quieta, el cansancio me vuelve a invadir.

Un bostezo, luego otro y otro, se me escapan y por más que trato de controlarme me es imposible hacerlo, vuelvo a asomarme para ver hasta dónde está el rey y me doy cuenta de que no ha llegado ni a la mitad, un resoplo se me escapa y me vuelvo a acomodar en mi lugar.

Para tratar de distraerme, juego con mis manos, la falda de mi vestido, incluso con mi cabello, pero nada parece funcionar y para empeorar las cosas, cada vez que parpadeo me cuesta más trabajo abrir los ojos.

El clic clac del reloj hace eco en mi cabeza, una y otra vez, el sonido es tan relajante, que hace que me dé más sueño, dejo caer los hombros y cierro los ojos, "Solo será un momento" me digo en mis adentros mientras me dejo llevar por ese sonido tan relajante.

De lo relajada que estoy, mi cuerpo se mese de adelante hacia atrás, como si tratara de seguir el ritmo de algo que solo está en mi cabeza, luego, puedo sentir como una sonrisa tonta se dibuja en mis labios al recordar cómo me sentía de relajada cuando la brisa del aire fresco de las mañanas acaricia mi rostro y revolvía mi cabello levemente, poco a poco, mi cuerpo se hace hacia la izquierda, encontrándome con un hombro suave y reconfortante. Esa persona se mueve un poco y al darme cuenta de que me he acomodado sobre alguien desconocido, me despierto rápido y me disculpo con Rosalía, que se ríe un poco por mi actuar, yo me siento muy avergonzada por lo ocurrido.

A lo lejos, vuelvo a escuchar los pasos del rey, todavía se escuchan demasiado lejos, así que decido dormitar un poco más... solo otro ratito. Sin darle muchas vueltas al asunto, cierro los ojos una vez más y dejo que sus pasos me duerman junto con el sonido del reloj. Lastimosamente, mi sueño se ve interrumpido por uno de mis bostezos, esto es una señal de que no estoy en mi casa y debo mantenerme despierta hasta que todo esto acabe.

Aburrida y fastidiada, me giro hacia mi compañera, todavía con los ojos cerrados, incluso abrirlos me da pereza. Le pregunto si cree que el rey va a tardar mucho, pero no recibo respuesta de su parte, así que decido abrir los ojos y noto que tiene la mirada puesta al frente, su postura me deja confundida y frunzo el ceño.

—Rosalía... ¿Crees que tarde mucho el rey? Es que... como te habrás dado cuenta, me estoy muriendo de sueño— Susurro delicadamente, esperando a que Su majestad no me escuche.

Ella sigue teniendo la misma postura, pero en esta ocasión, me ha mirado por el rabillo de su ojo y ha regresado la vista al frente muy rápido. Rosalía no me dice nada, creo que la he ofendido por mi actuar.

Apenada, bajo la mirada y busco en mi mente las palabras adecuadas para disculparme por lo ocurrido y que no era mi intención dormirme sobre su hombro. Una vez que tengo en mente lo que le diré, abro un poco la boca, tomando una ligera bocanada de aire.

—¿También tienes sueño? Es normal, ya es tarde y bueno, todas tenemos cosas que hacer mañana ¿no? yo, por ejemplo, tengo que ayudar a mis padres a cuidar de los animales de la granja y a preparar algunas cosas antes del festival— Me rasco un poco la nuca y me río entre dientes, esperando a que ella reaccione. —Ojalá esto termine pronto ¿No crees?

Escucho como alguien carraspea la garganta y enseguida miro al frente, topándome con unos enormes ojos morados, que me miran con suma atención, su mirada me ha dejado tan impactada como hipnotizada; debo admitir que, de cerca, el rey es un hombre realmente apuesto y de buen ver, me impresiona que no haya contraído matrimonio antes. Al darme cuenta de que lo he estado ignorando todo este tiempo, le dedico una sonrisa nerviosa y agacho la cabeza, esperando a que no se enoje por mi comportamiento inapropiado.

—Lo siento mucho... n-no me había percatado de su presencia.

—Me di cuenta— Responde en un tono suave y ligero.

Repentinamente, siento como un bostezo se acerca y trato de contenerlo con todas mis fuerzas, pero es en vano ya que se me termina escapando y eso no es lo peor, son de esos bostezos muy ruidosos, esto hace que me ponga mucho más roja por lo ocurrido. Seguramente he ofendido al Alfa por mi actuar, pero no lo hice apropósito, de verdad estoy que me muero de sueño.

—¡L-Lo lamento mucho, majestad! — Exclamo con fuerza, pero en realidad parece que estoy gritando como una loca. —Sé que a usted no le importa ni nada, pero...— Atisbo la mirada hacia él. —Es que, son mis horas de dormir y como me tengo que levantar muy temprano— Le miro con nerviosismo y apenada. —¡Pero no quiero decir que sus asuntos no sean importantes! Claro que lo son... yo solo digo que...— Me quedo callada al darme cuenta de que he vuelto a meter la pata. —Yo sé que usted tiene energía suficiente para seguir en pie tan tarde, aunque sea alguien grande... ¡Pero no estoy diciendo que usted sea un viejo, claro que no!

A lo lejos, escucho unas risitas, debo estar dando un espectáculo vergonzoso y no es para menos que se estén riendo de mí, como me hubiera gustado esconderme en el bosque, pero como bien dijo mi padre, los hombres lobos tienen un excelente olfato y solo hubiéramos creado problemas a lo gratis.

De lo avergonzada que estoy, pongo mis manos sobre mi rostro, deseando que la tierra me trague de una vez por todas y que no me deje salir nunca, lo he echado todo a perder y eso no es lo peor, lo peor es que, muy probablemente, he dejado en vergüenza a mis padres, dándole a entender al rey que ellos son unos padres muy pésimos para criar a una hija, aunque la realidad sea otra.

—¿Piensas que soy viejo? — Su voz es suave y delicada.

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