Capítulo 5

Levanto un poco la mirada, confundida por lo que acabo de escuchar y no me refiero a su pregunta, sino al tono de su voz, la verdad es que creí que me iba a gritar o que me regañaría por la sarta de babosadas que dije sin pensar.

—Sí creo que sea grande, demasiado diría yo— Abro los ojos de par en par y me doy un golpe en la frente, como bien lo dije... hablo sin pensar y cuando me doy cuenta de la tontería que hice, ya es tarde. —¡Digo, es usted alto! Sí, eso... alto.

Me dedica una sonrisa galante y niega suavemente con la cabeza, parece ser que mis desvaríos y torpeza le divierten, pero, ¿Por cuánto tiempo? espero que el suficiente para que me deje volver a mi casa con mis padres en una sola pieza. Da un paso hacia mí, manteniendo esa postura firme e imponente.

—No me refería a mi estatura, me refería a mi edad ¿De verdad crees que soy viejo?

Ladeo un poco la cabeza, pongo mi espalda recta y miro con atención al rey, no veo ni una sola cana sobre su cabellera negra y abundante, tampoco tiene ni una sola arruga en su rostro, de hecho, se ve bastante joven, como para pensar que tiene unos treinta años, quizás veintiocho. Mis ojos recorren todo su ser y una vez que tengo mi veredicto, ladeo la cabeza a la derecha.

—No aparenta tener... no sé cuántos siglos tenga de edad, pero si se ve grande— Vuelvo a encogerme en mi lugar. —¡Si se compara conmigo, si es grande! Pero si se le compara con otros, ¡claro que no!... creo— Susurro al final.

Su mirada sigue siendo suave y relajada, no aparenta haber enojado, de hecho... de verdad parece que disfruta de mis tonterías, creí que se enojaría por decir tantas brutalidades en poco tiempo, menos mal que no es el caso. Carraspeo un poco la garganta y acomodo la falda de mi vestido, rompiendo el contacto visual, que me estaba empezando a poner más nerviosa y eso no es bueno para mí.

—Me siento aliviado de que seas completamente honesta conmigo.

Levanto un poco la mirada y veo que ha llamado a alguien, le dice algo para después regresar la vista a mí, dedicándome una amplia sonrisa. Creo que ha dada por terminada la conversación ya que el señor que nos ha acompañado, que sospecho que es el amo de llaves, nos pide que nos retiremos.

Empiezo a caminar, pero el rey me toma del brazo con firmeza, impidiendo que siga avanzando, volteo a verlo, confundida por su acción, sin darme explicaciones, tira de mi suavemente, indicándome que lo siga y eso hago. Trago saliva con dificultad, espero no me encierre en un calabozo y me haga pasar toda la noche ahí... seria horrible.

Caminamos por los pasillos, todo está muy oscuro, por respeto, camino detrás del rey. Estoy de los nervios en estos momentos e incluso tengo miedo, me preocupa lo que el Alfa me vaya a hacer o decir, la situación está empezando a superarme y unas pequeñas lagrimas se deslizan por mis mejillas.

Trato de contener mis sollozos lo mejor que puedo, para poder controlarme mejor, pongo una de mis manos sobre mi boca, hasta ahora me doy cuenta de que estoy temblando, pongo mi mano izquierda enfrente de mí, me muerdo el labio, esperando a que esto me ayude a dejar de temblar, pero lo cierto es que no ayuda en nada.

Tomo un poco de aire y con mi mano libre aprieto la falda de mi vestido, luego quito mi otra mano sobre mi boca y también agarro mi vestido con ella, apretando con bastante fuerza. Desafortunadamente, todos mis esfuerzos son inútiles y termino soltando un sollozo muy claro, esto hace que el rey se detenga y se gire hacia mí.

—Tranquila, no tienes por qué llorar.

Asustada, me tiro al suelo y soltándome a llorar completamente, de momentos me seco las lágrimas con mis manos, debo tener una apariencia lamentable, así que decido esconder mi rostro detrás de mis manos, no quiero que el Alfa me vea de esta forma.

—¡Lo siento, majestad! — Grito aterrada. —¡No quise ofenderlo y por favor, discúlpeme si le he faltado al respeto, pero por favor, se lo ruego... no me haga daño!

Una enorme mano se posa sobre mi espalda y me da suaves palmadas, son tan reconfortantes que levanto la mirada y me encuentro con una expresión afligida, pero luego me dedica una enorme sonrisa y sin poderlo resistir, me tiro a sus brazos y le agradezco que sea tan amable conmigo y, sobre todo, compresible.

Todavía conmigo abrazándolo, se levanta para después estrecharme contra su pecho con algo de fuerza, esto hace que pueda escuchar con claridad los latidos de su corazón, que va demasiado rápido ¿Sera normal en ellos? Este momento es tan irreal para mí ¿Quien diría que el rey puede ser un hombre muy comprensible y amable? Es un gran alivio para mí, pero lo que se me hace mucho más extraño, es que... estando entre sus brazos, me siento protegida y segura.

Tomo un poco de aire y lo dejo salir con suavidad, levanto la mirada y le dedico mi mejor sonrisa, pongo mis manos sobre su pecho y me alejo de él. Estando más tranquila, seguimos caminando por el pasillo hasta detenernos frente a una puerta, él la abre y me pide que entre, sin dudarlo, hago lo que me pide.

Mis ojos se abren de par en par al ver la enorme habitación, un candelabro muy elegante cuelga sobre mi cabeza, cuando el rey enciende la luz, este me ciega por unos instantes, miro asombrada como pequeños arcoíris se forman en los cristales, como si fuera una niña pequeña, miro todo lo que me rodea con curiosidad, todo es hermoso y de unos colores muy cálidos, pero lo que de verdad me ha dejado impresionada, es la enorme cama que está enfrente de mí, que me invita de forma descarada a tirarme sobre él para irme a dormir.

Sin dudarlo ni un segundo, corro hacia la cama y me tiro sobre ella, soltándome a reír como una niña, hundo mi rostro en el suave colchón y luego tomo una de las almohadas, estrujándola contra mi pecho y restregando mi cara sobre ella, huele muy rico. Al darme cuenta de lo que he hecho, me levanto de un salto de la cama y la acomodo, me giro hacia el rey, dedicándole una pequeña sonrisa.

—Lo lamento, no quise parecer impertinente ni grosera.

—Descuida y no te preocupes, aquí vas a dormir hoy, ya es muy tarde para llevarte a casa.

Abro mis ojos de par en par y vuelvo a mirar el cuarto, me siento como una princesa al tener una habitación tan hermosa, al menos por esta noche, que mañana se me acaba ese sueño y volveré a mi realidad, a lado de mi familia, como debe de ser.

—Es usted muy amable majestad...yo... yo no merezco tanta amabilidad por su parte— Me siento en la orilla de la cama y miro el otro lado de la cama. —Y sé que no soy nadie para pedirle esto, en especial por lo bueno que ha sido conmigo, pero... ¿Podría dormir conmigo? por favor.

Como era de esperar, mi petición lo deja sorprendido, se acomoda el saco y me mira de forma seria, da unos pasos en mi dirección y me dedica media sonrisa.

—¿Estas segura? Se podrán dar malos entendidos a la mañana siguiente.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo